El chismoso. Hablan sobre problemas, asuntos, secretos o proyectos de otros colegas sin pedir su permiso. Es experto en difundir rumores.
El manipulador. Trata de influenciar con sus palabras (o publicaciones indirectas) el comportamiento de las personas de su núcleo. Se hacen las víctimas fácilmente.
El adulador. Felicitan siempre a todos y más si se trata de sus maestros o directores. Son capaces de hablar mal de alguien para quedar bien
El quejumbroso. No están de acuerdo con nada. Esconden su frustración interna despotricando contra la figura de autoridad pero sin hacer nada,
El negativo. Drenador de energía del grupo. Si estás al lado de esa persona se te quitan las fuerzas y las ganas de hacer música
El flojo. Está en constante búsqueda de cómo esforzarse menos, no aporta nada al grupo. Aunque se le pidan resultados sigue justificándose con reglamentos que le convengan.
El presumido. Cree que toca más que los demás y pasa tiempo haciendo alusión a su nivel musical. Regularmente no se juntan con “cualquiera”.
El sabelotodo. Siempre cerrado a nuevas formas de hacer las cosas cree que su forma es única y regularmente la mejor. Le es difícil adaptarse en música de cámara
El no sé nada. Son personas que tienen una fuerte creencia de que no sirven para la música a tal grado que lo llevan en su forma de vestir, caminar e interpretar.
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