domingo, 19 de enero de 2020

MI EXPERIENCIA DICTANDO UN CURSO DE DIRECCIÓN DE ORQUESTA

Desde hace como dos años se me había ocurrido organizar un curso de dirección con la ORFIX, el proyecto no se realizaba por dos situaciones fundamentales: primero no me sentía suficiente y segundo debía de haber una organización suficiente para pagarle a los músicos que participaran. 
Llegó 2018 y con ello el doctorado en dirección de orquesta, inició 2019 con tres cursos en la Ciudad de México y cuarenta conciertos dirigidos lo que me dio seguridad. La primera parte estaba resuelta, ya sabía cómo estructurar el curso y qué era lo que quería lograr al dictarlo. Pero algo faltaba para la segunda, 
Como cuando te llega algo que estabas esperando por mucho tiempo, recibí la llamada de Alberto Ruiz quien me proponía unírsenos como director ejecutivo de la ORFIX. Es bien sabido que la parte de contactos, burocracia y papeles es demandante y para que la orquesta diera ese salto para recibir estímulos económicos, era necesario tener esta figura. ¡Ya estaban los dos pasos!
Hice un post para tantear el terreno sobre el interés sobre venir un curso de dirección y la resuesta fue muy positiva, por lo que puse manos a la obra para estructurar muy bien el evento y poner fechas límite.
Una primera sorpresa fue revisar las audiciones, tuve una mezcla entre miedo y alegría pues los candidatos y candidatas dirigían muy bien, más de una vez me pasó por la cabeza que dirigían mejor que yo. Después de auto regularme pude ver la realidad y sentirme muy halagado de que personas con alto nivel musical quisieran venir al curso. Más que asustarme me puse a estudiar más.
Llegó el día de conocerlos y junto con mi esposa decidimos hospedar a doce directores en casa. En la primera actividad de integración pude ver cómo todos teniamos miedo de todos, esa típica neurosis en la que crees que el ambiente musical será hostil y competitivo pero al final vez que solo es una proyección de tu critico guía.
Las cosas se iban dando muy bien, el curso se realizó completamente en la nueva casa de la ORFIX, el Imac. todos íbamos aprendiendo de todos, las retroalimentaciones se hacían cada vez más interesantes y la cohesión grupal estaba en efervecencia. Qué lindo fue ver cómo todos aprendíamos de todos y el grupo participaba en todas las actividades. La pertenencia y la capacidad de asombro fue algo que procuré que nunca se perdiera.
El grupo se iba uniendo y con ello se iban fortificando los lazos, personalmente eso es lo que más disfruto de cualquier encuentro: la relación con el otro. Pude conocer a fondo a cada participante, sus ideales en la vida, sueños, motivaciones y miedos.
A la hora de las clases tenía miedo en ser demasiado intrusivo o insistir en cosas que pudieran ser trabajadas en la retroalimentación. Intenté no hacer muchas cosas que me molestan en los cursos de dirección en los que asisto: que el maestro ocupe el curso para lucirse, que le quite la batuta al alumno empiece a dirigir la orquesta para que todos digan "wow así se dirige" y por último, respetar las potencialdades humanas de cada quien. Es normal que nos idenfiquemos con cierta manera de dirigir pero no significa que una diferente tenga que estar mal necesariamente.
En la mañana del concierto fuimos en grupo a Coatepec, la pasamos lindo, convivimos, nos sacamos foto y degustamos los alimentos, pudimos conocernos más entre nosotros y darnos ánimo para la noche.
El primer concierto hubo muchas cosas buenas. La orquesta muy atenta y los directores muy unidos, Eso ayudó mucho. Algo que me conmovió fue ver la humanidad de las personas que se subían al podio, verlos hacer lo que les gusta como humanos fue el mejor regalo que pude tener.
Al final del primer conicerto nos fuimos a cenar, tuvimos un salón privado en donde pudimos convivir y cada quien ofreció unas palabras. Las que dije yo se centraron en lo que he venido escribiendo: no hce falta un ambiente de competitividad y tensión para aprender, es bien sabido que el medio musical tiene estas características y entre directores aún más. pero no son cosas que existan a priori, siempre se puede cambiar y ésta generación de directores lo demostró.
Al final cantamos, tocamos y lo mejor de todo: le dijimos al mesero que pusiera en la pantalla la consagración de la primavera ¡Por fin encontraba una fiesta donde pusieran música que me gustaría escuchar al comer!
Al otro día asistimos al ensayo de la Orquesta Sinfónica de Xalapa, gracias a las gestiones de la jefatura de personal los estudiantes pudieron ver el ensayo de una orquesta profesional con su nuevo titular quien ostenta una técnica muy refinada, el director, Martín Lebel fue hacia ellos y se sacó foto con todos, les dio la bienvenida y los hizo sentir como en casa. Muchos se sacaron fotos con los músicos y en general estaban alegres por ver de viva forma para lo que se estaban formando.
En algunos cursos se insiste en que la labor y carrera del director de orquesta es díficil, y lo es, pero no creo que deba de ser un ambiente en el cual se asuste a los que quieran lograrlo. La motivación siempre será la clave.
El segundo conciero fue una sorpresa para mi pues como maestro de dirección me asombré de que cada quien estaba utilizando los gestos aprendidos de manera espontánea, no necesariamente porque insistiera en que los ocuparan. Cada director que pasó se soltó y fue auténtico, la orquesta sono mejor y el evento fue un éxito. Entregamos los reconocimientos con mi amigo Juan Villalobos rector de la Universdad Tito Puente y algunos regresaron a su casa esa misma noche.
Organizar y dictar este curdo me deja muchas enseñanzas, la primera una motivación auténtica por seguir aprendiendo y la segunda y más importante: el humanismos será siempre la mejor y más poderosa herramienta para potenciar la carrera de un músico.

Gracias por confiar en mi

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