Cuando
hablamos sobre otra persona mucho del contenido expresa más de nosotros mismos
que de ella. Es un mecanismo que se llama proyección, vemos el mundo con el
filtro de lo que hemos vivido, aprendido y experimentado.
Ana mi
compañera de vida, es una de las personas más sanas que conozco. ¡Se la pasa
proyectando su belleza en el mundo!
Desde que la conozco cuando vamos caminando
me comenta lo lindo que está el día, que disfruta mi compañía, el bonito
peinado de la chica que va pasando por el otro lado de la calle, el atractivo
de un hombre que le pareció guapo, lo bonito que interpreta cierto compañero
que cree que no lo hace bien y muchas cosas más siempre en positivo.
Cuando conocí
a Ana tenía una autoestima muy baja, me sentía poco atractivo y con mucho miedo
me acerqué a ella para finalmente hacernos novios. He aprendido mucho de su
gran autoestima. Una vez, contándole que yo era siempre de los primeros en la
fila por estaturas en mi escuela le pregunté “¿Qué se siente estar chiquita?”
Ella me respondió con total naturalidad “Yo no me considero chiquita ¿has
conocido a alguien que le importe demasiado su altura?”… toing!!! Me di cuenta
que le estaba proyectando mi introyecto “soy pequeño de estatura y eso me da
pena”. Cuando alguien tiene creencias positivas sobre sí mismo muy arraigadas
ninguna crítica por dura que sea te hace daño.
La proyección
es un mecanismo necesario para la vida, nos permite hacer amigos (piensa por
qué los elegiste) establecer relaciones, buscar caminos y finalmente conocernos
a nosotros mismos. La vida al lado de Ana es un continuo aprendizaje. Ver la
vida de forma positiva habla más del gran cariño que nos podemos tener a
nosotros mismos. Si me siento suficiente lo que me den los demás será
suficiente.
Gracias por
querernos tanto
Eduardo
Carlos Juárez
Violinista y
Psicoterapeuta Gestalt
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