miércoles, 7 de agosto de 2019

MIS PERIPECIAS EN CDMX

Después de dirigir un concierto el domingo en la noche en Champotón, trasladarme a Campeche, viajar a Mérida, llegar a las tres de la mañana al aeropuerto y encontrarlo cerrado, llegué a la ciudad de México el lunes a las ocho de la mañana. Tuvimos nuestra primera clase de dirección con el maestro Diemecke en la Sala Carlos Chávez del Complejo Cultural Universitario.

El maestro fue al grano e insistió que no quería ver directores de orquesta sino humanos que tocaran a la orquesta. Nos enseñó cómo estudiar y qué es lo que quería lograr con nosotros. Fueron dos sesiones, una matutina y vespertina. Desvelado y cansado regresé a casa de mi amiga Lorena quien me está haciendo favor de hospedarme. Caí rendido y aunque sabía que tenía que preparar la clase del día siguiente sabía que mi cuerpo estaba primero: dormí diez horas.
A la mañana siguiente salí con tiempo ya que el traslado es de aproximadamente una hora, pensé que podía estudiar en el trayecto y así lo hice. Primero al metro y luego al Metrobús. Venía demasiado concentrado estudiando la obra que menos había preparado, subí al vagón y por suerte a la siguiente parada se desocupó un lugar. Me senté e inmediatamente abrí el score para seguir estudiando. Son como unas diez paradas hasta donde tenía que bajar. Estaba tan nervioso por estudiar que de repente volteé y ya estaba en la glorieta insurgentes ¡Había tomado el rumbo equivocado! De inmediato bajé del vagón y para colmo en la salida donde hay un aspa giratoria mi gabardina se quedó atorada y se rompió en dos. Tomé el taxi y avisé inmediatamente en el grupo de whatsapp que iba tarde. Faltaban quince minutos para empezar la clase y era yo el segundo de tandas de treinta minutos. La coordinadora me dijo que habían tardado en empezar.
Para quien conoce el tráfico de CDMX a las 10:00 am sabe que bajar de norte a sur por insurgentes es una moneda al aire, a veces fluye a veces no. Ya no podía estudiar y estaba muy nervioso respirando y controlando a mi crítico guía quien venía reclamándome. La fantasía catastrófica sobre un regaño grupal se hacía más grande. Una vez que llegué al complejo corrí y cuando llegué la coordinadora me dijo: “calma, todavía no pasas”. Como de película llegué al salón y le estaban aplaudiendo al director anterior lo que significó que pasé directamente a tomar la clase. Saludé al maestro y empecé a hacer ejercicios de respiración. Para mi suerte el maestro me pidió que dirigiera (con piano a cuatro manos) la obra que precisamente venía estudiando. En la clase me fue muy bien porque traía fresco todo. 
Al terminar les conté a mis compañeros todo lo que me había pasado pero que gracias a que tomé la ruta equivocada pude estudiar muy bien la obra que me pidió. En la tarde me tocó pasar a dirigir esa misma pieza. El maestro nunca avisa qué vamos a dirigir para que estudiemos todo y vayamos preparados para lo que sea. Antes de pasar estaba muy nervioso pero como siempre me armé de valor y pasé. Dirigí media hora lo que es un lujo para cualquier estudiante de dirección de orquesta, me encontré con muchos conocidos y otros me saludaban diciendo que me siguen por las redes sociales. Cuando me presenté dije “buenas tardes, un gusto estar aquí vamos a ver la obertura trágica de Brahms”, el maestro me susurró: “di tu nombre”. Entonces dije “Mi nombre es Eduardo y me da mucho gusto estar aquí con ustedes”. La orquesta aplaudió.
Estar dirigiendo en la Sala Neza es un sueño para mí, hace ocho años tenía mi segundo concierto como concertino de la YOA, hoy Orquesta de las Américas. Estaba nervioso pero finalmente acabé el concierto. Ahora vuelvo a estar nervioso, aunque he tocado varias veces en el recinto nunca había dirigido.
Gracias a todos por acompañarme, por sus palabras de aliento y reconocimiento. Es impresionante para mí saber el número de personas que leen mis publicaciones y que no necesariamente interactúan. Me asombro de conocerlas porque casi siempre tengo en mente a los que likean o comentan las publicaciones pero en estas dos semanas que he estado de gira en Tlaxcala, Puebla, Campeche y CDMX me han abordado muchas personas a decirme que me siguen y que les gusta lo que escribo. Muchas gracias por hacerlo, me motivan a seguir escribiendo y a seguir preparándome, pero sobre todo a seguir siendo un humano que quiere seguir aprendiendo y curándose a través de la música.
Con mucho cariño. Edu


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