Aprender a
relajarse. Infórmate cómo hacerlo. Practica diariamente ténicas de redacción
diafragmática y relajación muscular.
Dormir lo
necesario. Intenta descansar con calidad. Un buen sueñito reparador aunque sea
en el césped de tu escuela de música te caerá de perlas. Realizar actividades
relajantes antes de dormir (leer, escuchar música tranquila que no sea la que
estás estudiando)
Evitar
excitantes. No consumir drogas o sustancias que te prendan. Modera el alcohol y
el tabaco.
Busca
ambientes agradables. Si la escuela te estresa no estudies allí. Procura
adornar el entorno donde practicas para que sea lo más relajante posible.
Organizarse.
Planifica tu estudio el día anterior (pero no en la noche). Deja huecos para
imprevistos (muerte de un familiar, examen sorpresa, lluvia)
Priorizar. No
intentes resolver todo en un día, que a propósito tiene sólo 24 horas.
Selecciona las actividades más importantes y ver qué puedes practicar hoy.
Solucionar
problemas. Afrontar problemas técnicos no resueltos, no los escondas. Cuando
veas que es capaz de solucionarlos te sentirás mucho mejor.
Tomar
decisiones. Seguir un proceso lógico de crecimiento musical. Plantear el
problema, buscar soluciones, analizar pros y contras. No existe la solución
perfecta.
No ser
catastrofista. La ansiedad que nos produce el recital depende de las
consecuencias que prevemos. No hipervalorar la posibilidad de que todo salga
mal. No empezar a sufrir por un concierto que se llevará a cabo en horas, días
o meses.
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