lunes, 22 de julio de 2019

HABITANDO MI CUERPO

Nuestra experiencia de un suceso debe llegar a través del sistema sensorial que se extiende por nuestro cuerpo para que la mente la registre (Caldwell, 1999). Reconocer mis sensaciones es algo cada vez más fácil para mí. Hoy sábado noto una resistencia a acordarme de lo sucedido el martes. Cuando la maestra me pidió la sesión pasada que dejara fluir mis sensaciones encontré dolor en la espalda y en las nalgas. Me costaba mucho seguir aquí y ahora porque empezaba a intelectualizar cualquier sentimiento.
Al confiar en nuestros síntomas somáticos, escuchamos nuestras palabras, imágenes y sueños acerca del cuerpo para valorar cómo percibimos y organizamos nuestra experiencia (Cadwell, 1999). La maestra pidió que hiciéramos cualquier ruido o movimiento que quisiéramos, yo tenía ganas de emitir algunos ruidos pero me dio pena hacerlo. Me doy cuenta que me siento inhibido cuando hay alguna figura de autoridad que me está observando, proyecto una supuesta evaluación (rechazo). Opté por acostarme y seguir en mis darme cuenta, me puse cómodo y entrelacé mis manos a la altura de mi pecho como si estuviera en un féretro. Me identifiqué como si fuera un Papa muerto. De pronto me di cuenta que a cualquier persona muerta la ponen en esa posición, entonces ¿por qué me veía en un Papa?, entonces descubrí que era una imagen muy engrandecida y distorsionada de mí mismo. Después pensé: “soy solo yo, descansando”. En la terapia del movimiento, la fase de “asimilación” trata de percibir los límites internos naturales del cuerpo y sus procesos, y de contener energía dentro de él (Cadwell, 1999).
Me gustó mucho la actividad de estar dentro y fuera de mí. Al hacerlo con una compañera descubrí que me era fácil estar conmigo y con el otro a la vez. Estar con el otro me generó más angustia que cuando estuve conmigo. Cuando el ejercicio se trató de hacer una combinación entre estar conmigo y con el otro me sentí muy cómodo. Me imaginé en mi consultorio dando terapia e involucrándome demasiado con el/la paciente. El estar conmigo y con él/ella a la vez me permitirá facilitar su crecimiento adecuadamente. La aceptación crea espacio. Al incorporar nuestra experiencia directa a la fase de aceptación, creamos el espacio que contenga nuestras experiencias. Es en esta fase en que nuestra naturaleza espiritual puede recuperarse (Cadwell, 1999). También me di cuenta de lo mucho que puedo expresar con tan solo mirar de una manera amorosa a quien está frente de a mí. Es un recurso que puedo utilizar como persona, terapeuta y director de orquesta.
Bibliografía
Cadwell, C. (1999). Habitar el cuerpo. Urano, España. Pags. 25-33, 79-97, 143-151

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