
¿Alguna vez
has hablado para todos en alguna fiesta? Seguro estás un poco nervioso/a, manos
sudorosas y temblorosas y se te va alguna que otra palabra.
¿Has dado un
discurso o brindis ante un número significativo de personas? A menos que tengas
mucha experiencia en ello el nivel de miedo se eleva a temor.
Ahora
imagínate que das un discurso no es una fiesta sino enfrente de otros
compañeros que se están entrenando para dar discursos ¿Más miedo cierto? Sube
la expectativa.
Piensa ahora
que hay todo un sistema estructurado para dar discursos y que no solo te tiene
que salir bien de principio a fin sino que tu discurso fue escrito dos siglos
atrás, hablado por centenares de oradores, ya hasta ha sido grabado, hay
interpretaciones legendarias, centenares de versiones en internet y además los
que te escuchan también están estudiando cómo hacer el discurso ¿Cómo no
sentirse nervioso? Para la mayoría esa simple sensación de empujón en la parte
baja del estómago que se llama miedo evolucionó a temor y ahora desemboca en
ansiedad.
La actividad
escénica es peculiar porque con el tiempo la actividad se ha ido complejizando
y la revolución industrial ha promovido junto con el capitalismo a que haya
cada vez intérpretes más jóvenes y más preparados, no importa que estén
enfermos, que se sientan insuficientes, que tengan una vida social deplorable,
que se lastimen. Lo importante es que hagan un trabajo rápido y eficiente.
Así es la
actividad musical hoy en día, capitalismo musical llamado por Mauricio
Weintraub.
No hay comentarios:
Publicar un comentario