De los veinte
semestres que dura la licenciatura en violín estudié cinco con el que fue mi
primer maestro de violín. Él me había puesto el examen de admisión y quiso
tomarme como alumno. Invirtió mucho tiempo en mí, tenía tres clases por semana
además de un pequeño ensamble de sus alumnos que con el tiempo se convirtió en
orquesta. Además de las clases también había extras en su casa. Los primeros
dos semestres me sentí muy cómodo. Sentía que iba avanzando a mi ritmo.
Conforme fui
avanzando vino lo inevitable: la comparación con mis compañeros de instrumento
que en mi generación éramos cinco. Dos estudiábamos con el mismo maestro y los
demás con su respectivo. Los comentarios no esperaron “Eduardo tocas muy bien,
mejor cámbiate con mi maestro”, “es técnica que tienes no te está ayudando,
mira yo te enseño”, etc. Si bien no veía mala intención en mis compañeras fue
hasta entonces que empecé a cuestionar lo que estaba aprendiendo. Veía que
ellas avanzaban más (en ese momento ni siquiera podría definir el significado
de más) y me empecé a sentir “rezagado” en la carrera.
Después de
muchos comentarios de las compañeras, cosas con las que no me sentí cómodo en
clase y querer mejorar pensé en cambiarme de maestro de instrumento.
Afortunadamente, para los violinistas en la mayoría de escuelas de música hay
más de dos maestros de violín, en ese entonces había siete. Había de dónde
escoger. Hay algunas escuelas donde tienen un maestro o de plano el de cello
enseña contrabajo y el de trombón tuba. Decidí esperar un semestre antes de
comentárselo a mi maestro. Cuando lo decidí hablé con una maestra que hasta el
momento tiene mucho prestigio pero ella se lo comentó a mí entonces maestro. No
fui regañado pero sentí traicionada mi confianza. Al enterarse el maestro me
dijo que veríamos estudios para avanzar más y ver técnica de arco que es en lo
que estaba enfocado en ese entonces.
Con esos
antecedentes las clases se volvieron más duras y yo menos tolerante por lo que
a mitad de semestre decidí que me cambiaría de maestro. Los compañeros a los
que les comenté me dijeron que esperara hasta que la calificación estuviera
asignada en el acta para notificarle al maestro. Esta vez elegí al que sería mi
segundo maestro de violón pero él no mencionó nada al que era mi maestro.
Presenté el examen y a la hora de dar calificaciones le dije que si podía
hablar con él en privado. Fuimos a un cubículo y literalmente temblando le dije
que me iba a cambiar de maestro, él preguntó con quién y empezó a hablar mal de
él. Si tenía dudas eso me confirmó que necesitaba un cambio.
En este
entonces (te hablo de 1999) la escuela tenía una política de ir por un formato
de cambio de maestro a la dirección en el que tenía que firmar el anterior
maestro, el nuevo maestro y poner tu motivo de cambio. Entiendo que era por
cuestiones de papeleo pero si piensas que en ese entonces tenía catorce años me
parece algo muy fuerte para un adolescente de esa edad. Literalmente sentía que
tenía un acta de divorcio en mis manos y sufrí mucho el cambio.
Es impactante
el eso que tiene el maestro o la maestra de instrumento en los niños,
adolescentes e incluso en los graduados de años. Ese personaje se hace mítico
porque transportamos erróneamente el vínculo padre-madre-hijo al cubículo. Si
el maestro es maduro puede manejar esta posición de poder a favor del alumno
por el contrario puede ser iatrogénico.
No fue la
última vez que me cambié de maestro pues tuve cuatro a lo largo de diez años y
cada vez fue distinto pero difícil.
En su libro
Música y Emociones Mauricio Weintraub menciona que la mayoría de edad de un
músico por las características de la profesión se da hasta los 21 años o
incluso más. Los músicos pasamos por cosas que otras profesiones no: empezar
desde joven, horas a solas con el instrumento y horas a solas con el maestro/a
de instrumento. Es vital que un mayor de edad, preferentemente papá y mamá
estén al pendiente de lo que pasa en tu actividad musical.
Si es tu
caso, infórmate bien, asesórate, pide ayuda y sobre todo siempre ten en cuenta
que el maestro es un servidor público al que le pagas (o tus papás) por medio
de los impuestos o ya sea de manera particular.
Con mucho
cariño acompañándote en tu carrera musical
Edu

No hay comentarios:
Publicar un comentario