De los veinte
semestres que dura la licenciatura en violín estudié cinco con el que fue mi
primer maestro de violín. Él me había puesto el examen de admisión y quiso
tomarme como alumno. Invirtió mucho tiempo en mí, tenía tres clases por semana
además de un pequeño ensamble de sus alumnos que con el tiempo se convirtió en
orquesta. Además de las clases también había extras en su casa. Los primeros
dos semestres me sentí muy cómodo. Sentía que iba avanzando a mi ritmo.
Conforme fui
avanzando vino lo inevitable: la comparación con mis compañeros de instrumento
que en mi generación éramos cinco. Dos estudiábamos con el mismo maestro y los
demás con su respectivo. Los comentarios no esperaron “Eduardo tocas muy bien,
mejor cámbiate con mi maestro”, “es técnica que tienes no te está ayudando,
mira yo te enseño”, etc. Si bien no veía mala intención en mis compañeras fue
hasta entonces que empecé a cuestionar lo que estaba aprendiendo. Veía que
ellas avanzaban más (en ese momento ni siquiera podría definir el significado
de más) y me empecé a sentir “rezagado” en la carrera.


En este
entonces (te hablo de 1999) la escuela tenía una política de ir por un formato
de cambio de maestro a la dirección en el que tenía que firmar el anterior
maestro, el nuevo maestro y poner tu motivo de cambio. Entiendo que era por
cuestiones de papeleo pero si piensas que en ese entonces tenía catorce años me
parece algo muy fuerte para un adolescente de esa edad. Literalmente sentía que
tenía un acta de divorcio en mis manos y sufrí mucho el cambio.
Es impactante
el eso que tiene el maestro o la maestra de instrumento en los niños,
adolescentes e incluso en los graduados de años. Ese personaje se hace mítico
porque transportamos erróneamente el vínculo padre-madre-hijo al cubículo. Si
el maestro es maduro puede manejar esta posición de poder a favor del alumno
por el contrario puede ser iatrogénico.
No fue la
última vez que me cambié de maestro pues tuve cuatro a lo largo de diez años y
cada vez fue distinto pero difícil.

Si es tu
caso, infórmate bien, asesórate, pide ayuda y sobre todo siempre ten en cuenta
que el maestro es un servidor público al que le pagas (o tus papás) por medio
de los impuestos o ya sea de manera particular.
Con mucho
cariño acompañándote en tu carrera musical
Edu
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