lunes, 25 de mayo de 2020

MÁSCARAS


En el curso introductorio de la maestría en Psicoterapia Gestalt hubo una actividad en la que se nos pidió dibujar una representación de nuestro “yo ideal” ese concepto con el que nos identificamos y que nunca somos suficientes para alcanzarlo. Dibujé una manzana dorada resplandeciente en alusión a esa parte mía de querer ser deseado, devorado. Después lo
compartíamos con el grupo para saber los costos de querer ser ese yo ideal. Contactamos con sufrimiento y dolor.
Durante los dos años de la maestría trabajé con este instinto social-sexual ideal. Descubrí que mi deseo de ser aceptado no se quedaba allí sino que además debería ser admirado socialmente y deseado sexualmente. Todo escondía un sentimiento de ser insuficiente. ¿Para qué demostrar algo que ya sé internamente que soy? Mi terapeuta hizo su trabajo.
La maestría llegó a su fin y como buenos gestaltistas hubo una actividad de cierre parecida a la que hicimos al principio. La facilitadora nos pidió que dibujáramos de nuevo ese yo ideal. Dibujé la misma manzana con tonos plateados. Después nos pidió que simbólicamente nos despidiéramos y que quemáramos el dibujo sobre la luz de la vela que estaba prendida. Estaba yo junto a una compañera que tuvimos el mismo tema durante la maestría, ambos nos identificábamos con una imagen de deseo y aceptación. Me volteó a ver y me preguntó ¿Estás seguro de querer quemar lo que dibujaste? –“La verdad no” – Le respondí, “siento como si estuviera negando algo que soy o algo que me sirve”. En secreto guardamos el papel en nuestras bolsas.
A la salida del ritual de despedida hablamos sobre lo sucedido. Nos dimos cuenta que ese yo ideal es un disfraz de los muchos que llevamos. El querer ser deseado es un rol válido y no había por qué “satanizar” al “yo ideal”.
Gracias a Mauricio Weintraub pude tener más claro el concepto del crítico guía, que en ese tiempo lo conocía como “la bruja” o “el chango” esa voz que está dentro de ti constantemente diciéndote qué o no hacer, y que te está criticando. Esta voz tiene la función de ser un guía más no de ser la verdad. Esta parte de mí queriendo ser deseada no era más que una guía para encontrarme a mí mismo. Querer motivar y llamar la atención de un grupo es más que indicado para cuando tengo el rol de director de orquesta, de facilitador en un grupo terapéutico o cuando hago una transmisión en vivo. Necesito de ese rol para responder ante la situación. Fuera de esto ya no necesito el rol.
Nunca tires tus disfraces, no reniegues partes de ti que te han hecho ser lo que eres. La terapia se trata de potenciar y recuperar las partes perdidas de tu personalidad pero nunca desecharlas.
Vivimos en un mundo de máscaras, aprende a verlas y a usarlas, pero sobre todo a quitártelas cuando debas.


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