Colegas,
teniendo el mismo espíritu que nos hizo dedicarnos a la música, debemos
conectarnos con lo que estamos interpretando, para eso lo hacemos, para
conectarnos con nosotros mismos. La música fluirá a través de nosotros y
nosotros con ella.
La música
está hecha para sanarnos, a fin de que los que la reproducen sean mejores
humanos, más agradecidos, sobre todo con la vida.
Por eso, no
te dejes influenciar cuando el medio o algún
colega quiera parecer un
reproductor, tu labor es ser mejor ser humano cada día.
La tentación
de ser un reproductor perfecto puede ser valiosa por un tiempo pero tener la
sensación de que disfrutas la música nos proporciona una inmensa e incalculable
carga de energía. El reproductor es transitorio, se deteriora; el humano
trasciende.
Porque
sabemos que el reproductor en algún momento se dará cuenta de que se está
cosificando y se deprimirá, en cambio el músico humano sabe que tiene una
sólida autoestima y su valía no recae en lo que hace sino en lo que es.
La música
hecha por humanos es eterna y es un camino hacia la divinidad.
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